Cáncer, enemigo silencioso que acecha a las mujeres
En varios aspectos, la vida es más dura para las mujeres. Sobre todo cuando desde muy jóvenes deben lidiar con un enemigo silencioso: el cáncer de cuello uterino, que en el 99 por ciento de los casos es provocado por el Virus del Papiloma Humano (VPH), una infección de transmisión sexual que en Bolivia tiene una alta tasa de incidencia y mortalidad.
Cinco mujeres mueren cada día en Bolivia por este cáncer. Solamente ocho son diagnosticadas y tratadas. En Cochabamba se habla de una mortalidad del 6,1 por cada 100.000 mujeres en 2008 y de 7,2 en 2009, según el Certificado Médico Único de Defunción (Cemeud), a través del cual el Servicio Nacional de Información en Salud (Snis), realiza el monitoreo de la enfermedad.
Las historias de muertes por cáncer van cayendo una por una en el agujero negro de las estadísticas, un hoyo en el que se acumulan los dramas que preceden la enfermedad: las asimetrías, la discriminación, la desinformación, la carencia de servicios básicos, el desempleo, la explotación y las creencias que alejan a la mujer de un acceso oportuno a los servicios de salud.
Para el ginecólogo del maternológico “Germán Urquidi”, Jaime Barriga, “el cáncer de cuello uterino es la primera causa de muerte en las mujeres en edad reproductiva, después le sigue el cáncer de mama”. Preocupado sobre las vidas que cobra el cáncer relató: “resulta que la gente espera tener un síntoma como la hemorragia, y eso es cuando el cáncer ya está avanzado”.
Hace seis años comenzaron a monitorear en serio la incidencia del tumor en las mujeres cochabambinas. En la primera etapa el muestreo al azar del Papanicolaou (PAP) alcanzó a 12 mil pacientes, hoy en día, el alcance se ha incrementado a más de 30 mil. Sin embargo, es apenas el umbral; el desafío es cubrir el 52 por ciento de la población, compuesto por mujeres en la ciudad y que se replica en las provincias.
El cáncer es una enfermedad que, en muchos casos, refleja la inequidad de género en desmedro de la mujer. En un medio que cada día le exige más y la recompensa menos. Bolivia es el segundo país con la tasa más alta de cáncer, después de Haití, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en su informe sobre la estrategia regional de prevención del cáncer de cuello uterino para América Latina y el Caribe.
Todas las muestras sospechosas de cáncer de cuello uterino del departamento son enviadas hasta el laboratorio de referencia del hospital Germán Urquidi y según Jaime Barriga “el cáncer cérvico uterino es una enfermedad de transmisión sexual: cuanto más hijos, más parejas y más temprano inicie sus relaciones sexuales una mujer es más probable que lo tenga”.
Otros factores que contribuyen a la aparición del cáncer son la iniciación sexual temprana, la infección provocada por el virus del herpes, la situación socioeconómica, la inmunodepresión, el consumo de tabaco, el gran número de partos y el uso prologado de anticonceptivos orales.
La OPS ubicó a las mujeres de los grupos vulnerables o poco favorecidos, como las indígenas, las que viven en el campo y las trabajadoras del sexo, como las que están expuestas a un mayor riesgo de sufrir cáncer cérvico uterino.
Según la responsable de la subunidad de Salud Sexual y Reproductiva del Sedes, Nancy Castillo, las estrategias locales de prevención y control del cáncer hacen énfasis en las pruebas de PAP y en el tratamiento gratuito de las mujeres con lesiones localizadas (LIE-BG). Sin embargo, cuando el cáncer se ha irradiado en el organismo y se está frente a una paciente terminal sólo existen paliativos, cuyos costos deben ser cubiertos por la propia paciente.
Casos crónicos sin atención
Las mujeres con cáncer terminal, además de la muerte inminente que las espera, sufren el abandono de la familia. Por lo general la pareja es la primera en irse y finalmente los parientes, porque se dan cuenta de que los tratamientos (quimioterapia, radioterapia y cirugía) son costosos.
Al llegar al servicio de salud, donde no siempre son priorizadas, entran en el común de los pacientes y deben seguir todo el proceso para ser atendidas. Y cuando se detecta que están con un cáncer avanzado, no hay condiciones de atención.
Según el médico Jaime Barriga, “el tratamiento es costoso y no es gratuito”. El Ministerio de Salud cubre hasta el cáncer in situ (lesiones). Ahí entra la radioterapia y la cirugía oncológica y muchas veces sólo es para sobrevivir —y esto no es sembrar el terror— sino educar a las pacientes para que no lleguen a esto.
Según una de las activistas por los derechos sexuales y reproductivos, las mujeres vencen el miedo para ir a hacerse el PAP, generalmente llegan luego de que les han dicho que pueden morirse con cáncer. Pero les da miedo que las traten mal y se las vea en su intimidad. Agregó que a veces son mal atendidas y hay enfermeras que usan ambientador (perfume) para “purificar” el consultorio en el que fueron atendidas. Cuando una mujer descubre que tiene cáncer generalmente es tarde y en Cochabamba no hay un oncológico para personas de escasos recursos.
Detección y alcance de la vacuna
La prueba del PAP
La prueba de Papanicolaou (PAP) es la más empleada para detectar signos de cáncer de cuello uterino. En los hospitales públicos es gratuita.
Los casos positivos
Se considera casos positivos de PAP a la lesión intraepitelial de bajo grado, alto grado y al cáncer de cuello uterino. La vacuna previene las lesiones premalignas causadas por cuatro sepas.
“Cada vez más se está penetrando el área rural con campañas; pero, hay siempre mucha resistencia en la mujer rural ”
(Fuente Los Tiempos)
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